Con una postal navideña (cogida de internet y de autor desconocido),
sobre un cuadro de Antonio Valentín Cortés,
y un villancico
deseo a todo el mundo
PAZ, AMOR Y FELICIDAD
y no sólo para estos días sino,
y en especial,
para todo el resto del año.
De la película Flamenco de Carlos Saura, Tomasa "La Macanita", con el coro de la Peña Flamenca Tío José de Paula de Jerez de la Frontera, canta el famoso Villancico de Gloria de Manuel Fernández
Durante el siglo XIX, y gran parte del XX, el cantaor expresaba en sus coplas sus quejas íntimas, sus duquelas personales, su hambre, su amor, su dolor, su amargura, sus desgracias y a veces también sus alegrías. El cante se transmitía oralmente y estaba limitado a grupos reducidos o al ambiente familiar y por eso expresaba sentimientos individuales. Como nos cuenta Félix Grande:
"...Manolito de María cantaba porque había vivido..."
Con la profusión de los nuevos medios de comunicación de masas y a partir de los años sesenta surgen una serie de cantaores jóvenes cuya vida, sin ser un camino de rosas, ya no es tan mala o tan dura como la de las épocas pasadas y sienten la necesidad de denunciar problemas colectivos, sociales, políticos, de injusticia social y de la problemática de su época. No han aprendido el cante en familia sino a través de los discos y los nuevos medios.
Esta urgente necesidad de renovación se plasma principalmente en las letras. Conservan el cante en toda su pureza pero, al igual que en otros géneros musicales, sus coplas denuncian la falta de libertad de expresión, la injusticia social, el paro, la emigración y el desarraigo que una férrea dictadura intenta ocultar.
Frente al llamado "neoclasicismo flamenco" que trata de regresar al cante tradicional surge un "renacimiento cultural flamenco" y no son pocos los intelectuales que, desde dentro o desde fuera de España, tratan de oponerse política y culturalmente a la dictadura a través del flamenco: Francisco Moreno Galván, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Gala, Rafael Alberti, Manuel Viola y un largo etcétera. Es la entrada del flamenco en la universidad.
La voz cantante (y nunca mejor dicho) la llevan José Menese (cantando letras de Francisco Moreno Galván), Diego Clavel, Manuel Gerena y El Cabrero (que cantan sus propias letras) por citar sólo los más destacados.
De todos ellos, el más criticado por los puristas ortodoxos fue José Menese.
El programa "Rito y Geografía del Cante" le dedicó, en 1.972, un capítulo del que hemos sacado el siguiente fragmento. Tras una breve introducción en off de José María Vázquez Gaztelu, director de la serie, un joven José Menese, acompañado por Manolo Brenes y en presencia de Diego Clavel, nos canta "Vengo a cantar mis pesares", unos tangos de Málaga escritos por Francisco Moreno Galván.
Sus recitales en las universidades de toda España nunca estaban exentos de incidentes y no se sabía como iban a terminar. Los grupos fascistas no permanecieron ajenos a estos recitales: Menese había dedicado a los Guerrilleros de Cristo Rey unas bamberas con el título "Qué bien me suena tu nombre" en su LP de vinilo "Los que pisan la tierra" de 1.974
Las críticas de este sector, que se llamaba ortodoxo, le afectaban profundamente. A título de ejemplo resumimos una de ellas del libro que da título a la entrada:
En 1.978, Emilio Jiménez Díaz, crítico flamenco, escribió una reseña muy negativa sobre una actuación de Menese en el Festival de Mistela de Los Palacios (Sevilla) que entre otras cosas decía:
""...el público aficionado paga para escuchar cantar, no para escuchar arengas oportunistas (...) No se puede decir en un festival que lo que quiere es que se arregle el paro, porque no es el sitio idóneo para arreglarlo...""
A lo que Menese, en una carta, le contestó, entre otras cosas:
""...A usted no le molestó que yo manifestara que deseaba que se arreglara el problema del paro: a usted lo que le molesta es que yo opine... Pero yo me considero con derecho a opinión...""
y terminó la carta con unos versos de Martín Fierro que dicen:
He oído muchos cantores
que era un gusto escuchar,
más no quieren opinar
y se divierten cantando:
pero yo canto opinando
que es mi modo de cantar.
Además se mantuvo firme a lo largo de toda su carrera artística y cuanto más criticado era, más fuerza cogía para sacar nuevos discos con letras aún más comprometedoras y contestatarías con la situación del momento. Lo dice por tientos en su disco "El viento solano" de 1.993
Firme me mantengo,
firme hasta la muerte,
confirmo y afirmo
que no he de cambiar,
que como firme me he de sostener,
cuando muera dirán siempre:
murió pero firme fue
*****
Yo creí que el sol salía a to' el mundo calentando y ahora veo que le va dando, según la experiencia mía, a algunos calor to' el día y a muchos de cuando en cuando
Francisco Moreno Galván y cantado por José Menese.
Llevo largo rato pensando en lo de agoreros y, aunque no me gusta el término, no encuentro otro mejor para referirme a aquellos que desde hace casi doscientos años llevan pronosticando que "esto se acaba".
Y por eso de que no me gusta el vocablo quiero aclarar que en modo alguno lo utilizo en forma despectiva. Los personajes que voy a nombrar merecen todo mi respeto, han sido, son y seguirán siendo grandes figuras del flamenco; pero, en mi modesta opinión, se equivocaron como lo seguirán haciendo todos los que anuncian la hecatombe o el apocalipsis del Arte Flamenco.
--La larga lista la inaugura Antonio Machado y Álvarez, "Demófilo" (Santiago de Compostela, 1.848 - Sevilla, 1.893), padre de los Machado, cuando ""...anuncia con toda solemnidad la muerte inminente del "cante gitano", cuya pureza, dijo, sufría mil peligros en aquellos cafés abarrotados de un "público que paga"..."" (Miguel Mora en "La Voz de los Flamencos")
Silverio Franconetti, el Gran Payo, demostraría que lo que Demófilo llamaba muerte no era sino evolución, sin olvidar que la mayoría de los estilos flamencos nacieron en la época gloriosa de los Cafés Cantantes.
--Fernando Rodríguez Gómez (Triana, 1.867 - Camas (Sevilla), 1.940), más conocido como Fernando el de Triana, cantaor profesional y autor del libro "Arte y Artistas Flamencos", editado en 1.935, también teme por la decadencia y escasez de cantaores sistemáticos como Juan Breva, El Canario, Chacón, Fosforito el Viejo, etc. y critica a la pléyade de "niños" y "niñas" que sólo saben cantar fandangos y milongas.
""Estos niños ya se sabe: fandangos y más fandangos, pero todos los fandangos iguales; y si el público tiene el mal gusto de hacerles repetir, se dejan venir con el "Sordao herío" o "Juan Simón" (...) ¿Por qué el público que paga no obliga a esa legión de marchosos, amparados, sin derecho a ello, en el nombre de artistas, a que aprendan a cantar y cuando sepan que lo exploten profesionalmente?...""
En esta época de la llamada Ópera Flamenca, denostada por tantos y tantos flamencológos, se crearon los fandangos de Pepe Palanca, el Gloria, José Cepero, Macandé, Manuel Vallejo, El Carbonerillo, el Niño de la Calzá, Antonio El Sevillano, Pérez de Guzmán, Niño de Fregenal y tantos otros. Y no digamos nada de las colombianas y otros de los llamados Cantes de Ida y Vuelta.
--Antonio Mairena (Mirena del Alcor, 1.909 - Sevilla, 1.983) grande entre los grandes, una enciclopedia del cante que estudió, investigó, recuperó y revalorizó cantes que, de no ser por él, se habrían perdido en la noche de los tiempos. Todo lo bueno que se diga de él será siempre poco; pero creo que cometió el error de intentar dogmatizar y proclamar lo que era válido y lo que no lo era, primando al cante gitano por encima de todo.
--Mas dogmáticos aún fueron sus seguidores y la corriente del Mairenismo sacralizando la figura del Maestro a extremos casi heréticos. Muchos seguidores de esta corriente hablan de la estética de lo jondo de forma excluyente identificándola con el lema "Jondo o Nada". Para mí la estética de lo jondo se identifica con la pintura, la poesía, la fotografía y todas las manifestaciones artísticas inspiradas o basadas en el Arte Flamenco.
--Antonio Nuñez "El Chocolate" (Jerez de la Frontera, 1.930 - Sevilla, 2.005) en su disco "Mis setenta años de cante" escribe:
""Recuerdo con tristeza un Flamenco grande y universal. Un Flamenco espiritual y hermoso que muchos hombres y mujeres -artistas y aficionados- contribuyeron a que sea una de las músicas más reconocidas del mundo, y creo que se nos va. Me estoy quedando solo.""
--Manuel Agujetas, de una de las sagas cantaoras más flamenca y más gitana de Jerez, cantaor con denominación de origen, es todavía más drástico y claro:
De uno de los programas de la serie "Algo más que Flamenco" que presentaron Sara Baras y Paco Sánchez y repuesto recientemente por el Canal Clásico de RTVE
Podríamos seguir con más citas y esto sería interminable.
A todos estos grandes personajes, desde su exclusivo punto de vista, no les falta razón. Pero yo, humildemente, pienso que se equivocaron al considerar al Arte Flamenco sólo bajo una parte del mismo (cante gitano, cante puro, cante grande, baile de Jerez, etc.)
Para mí el Flamenco es mucho más. En la música flamenca caben los gritos desgarrados de una seguiriya cantada por Manuel Agujetas, las filigranas melismáticas de un Pepe Marchena, las novedosas creaciones de Morente, Paco de Lucía, Lebrijano o Sara Baras (por citar sólo unos pocos), los fandangos, las milongas, las soleares, las bulerías y por qué no las fusiones con otras músicas. Todo eso, siempre que tenga calidad, no acabará con el Flamenco sino que lo enriquecerá y lo hará cada vez más grande.
No sabemos como será el Flamenco del siglo XXII; pero lo que no me cabe duda es que seguirá existiendo.
Termino con este "Poema del Tiempo", fragmento de "Así que pasen cinco años" de Federico García Lorca, que nos canta Enrique Morente acompañado por las guitarras de Juan Carmona Habichuela, Montoyita y la bandurria de Rafael Andujar.
¡Que lo disfruten!
XXX. Enrique Morente. Poema del tiempo (Suprimido por el autor)
***** A un gachó que presumía de ser mu puro de raza y de sangre esclarecía, como nunca se lavaba, la mugre se lo comía
En los prolegómenos de la última velada de la Peña Flamenca de Cáceres, algún socio, en uno de los típicos corrillos que se forman, se quejaba de la larga ausencia de un espectáculo de baile flamenco en nuestra peña.
Mi docto amigo Simón, Niño de la Ribera, "correcaminos" del flamenco, hombre sensato y de gran experiencia por su dilatada carrera artística, presente en aquel grupito, dijo algo parecido a esto:
""Antes íba un guitarrista, un cantaor y un bailaor o bailaora cosa que se podía pagar. Ahora, un cuadro flamenco necesita como mínimo cajón, palmeros, cantaores, y cuerpo de baile lo que quiere decir que hay que pagar a un montón de gente y eso no puede asumirlo una peña con los medios de la nuestra""
Y esto me dio la idea para esta entrada sobre el baile flamenco de ayer y de hoy.
Y como una imagen vale más que mil palabras, podemos comparar los dos vídeos siguientes:
El primero data de principio de los años setenta aproximadamente. Lucero Tena, con bata de cola, palillos (castañuelas) y su flor en el pelo, como mandan los cánones flamencos, juega, ronea y se funde con Gabriel Moreno que le canta por seguiriyas siguiéndole el juego. Participa también Victor Monge "Serranito" con su guitarra.
Más clásico, más arte y con menos flamencos: ¡imposible!
En el segundo, de 1.998, Antonio Canales, vestido de cualquier forma menos flamenca y rodeado de artistas, nos baila unas bulerías por soleá para quitarse el sombrero. El vestuario y toda la parafernalia que rodea al bailaor dejan de tener importancia cuando Canales inicia su baile.
¡Qué gran artista!
Ambos vídeos me parecen antológicos.
Uno se podrá decantar más o menos por una u otra forma de baile; se podrá emocionar más o menos con uno u otro artista. Un bailaor o bailaora podrá incluir en su grupo más o menos colaboradores y éste o aquel instrumento. Pero como no transmita emoción y sentimiento ya puede llenar el escenario de gente que no le servirán para ocultar su mediocridad.
¿Quién dijo que la evolución acabará con el flamenco?
Sigo reafirmándome en mi idea de "renovarse o morir".
*****
Dices que duermes sola, mientes como hay Dios, porque de noche, con el pensamiento, dormimos los dos
¡No, no..., que no! Que no vamos a hablar de vinos.
Vamos a recordar a los grandes genios del cante que nacieron en el citado año de mil novecientos nueve y especialmente a tres que a mi juicio han sido olvidados por el gran público flamenco. Al menos no se les ha tratado debidamente en el año en que se cumple el centenario de su nacimiento.
Manuel Ortega Juárez, Manolo Caracol (9 de julio de 1.909) fue homenajeado en el XXXVII Congreso Internacional de Arte Flamenco, tuvo su homenaje el 5 de Mayo en Sevilla y hasta se ha publicado un libro para celebrar el centenario de su nacimiento.
Y claro, muy merecidamente desde luego, estos dos genios centenarios se han llevado hasta el momento todos los honores.
Desde este humilde rincón flamenco quiero reivindicar la figura de otros tres grandes del cante que también forman parte de esa gran cosecha de 1.909: y nos estamos refiriendo a:
Dolores Jiménez Alcántara, la Niña de la Puebla (Puebla de Cazalla, 28 de julio de 1.909) la musa ciega de los campanilleros que paseó su arte por todo el territorio nacional en compañía de su marido Luquitas de Marchena y de sus hijos Pepe y Adelfa Soto. Y lo de pasear puede ser un eufemismo pues más que paseos era un arrastrarse de teatro en teatro, de pueblo en pueblo, de feria en feria para, ¡eso sí! hacer felices por un par de horas a millones de españoles y españolas que no deberían olvidarla.
Antonio Pérez Guerrero, El Sevillano (Sevilla, 15 de abril de 1.909) que alcanzó la gloria, además de por su arte, por haber creado un estilo de fandango propio que ha quedado para siempre ligado al repertorio clásico del cante. Un fandango a la medida de sus facultades, cortito si se quiere, pero emocionante, firme y con un final acelerado muy difícil de imitar. Él mismo así lo reconocía:
""En mis fandangos tal vez lo difícil esté al final. Es una cosa de velocidad. Hay que recortar, y decirlo to' en un momento. Mi cante es recortao, no se puede alargar...""
XXX. EL SEVILLANO. Fandangos personales. (Suprimido por el autor)
Y María Zamorano Ruiz, María La Talegona (Córdoba, 11 de agosto de 1.909), única hembra de los seis hijos que tuvo Rafaela Ruiz conocida por "La Talegona" y la culpable de que el cante de María no se perdiera en la noche de los tiempos. La niña era muy tímida y no había manera de subirla a un escenario y menos para cantar. Animada por los premios, ganados en los concursos en que su madre la apuntaba, dejó de limpiar cines y teatros para ser protagonista en ellos. Actuó en Suiza, Holanda y Alemania haciendo las delicias de los emigrantes españoles que trabajaban en estos países. Aprendió a escribir su nombre para poder firmar los autógrafos que le pedían. Pasado el tiempo y de vuelta en su ciudad natal, siempre soltera, vivió rodeada del cariño de sus amigos y familiares. Un sobrino suyo, Talegón de Córdoba, es hoy un afamado cantaor que alterna sus actuaciones con las clases que imparte en la Academia Amor de Dios y otros centros cordobeses
Para remediar, en la medida de mi modestia, el escaso eco que el centenario del nacimiento de estos tres grandes artistas ha tenido en la prensa y revistas dirigidas al gran público, les rindo este humilde homenaje.
*****
Con un bien se paga, tú no debes olvidar, que un mal, con un bien se paga. Con eso demostrarás que la mentira se acaba cuando llega la verdad
""Aquel niño huérfano que jugaba por las Cuatro Esquinas no sabía que iba a ser el Niño de las Moras. Juan Ternero Rodríguez es Juan español, Juan de Málaga, Juan de El Palo; pero a este Juan le pasó lo mismo que a muchos juanes de su época, de su patria y de su barrio: nunca fue a la escuela.
Su pupitre fue la jábega y sus únicos lápices fueron los escálamos....""
Así comienza el prologo del libro "El Niño de la Moras: entre la mar y el campo" de Miguel López Castro y Manuel Ternero Lupiáñez (nieto de Juan), escrito por Manuel Alcántara.
Juan Ternero Rodríguez (El Palo - Málaga 1.886 - 1970) más conocido como el Niño de las Moras, también llamado por sus paisanos Compadrito y Rascones (apodo de su padre), no pudo ir a la escuela convencional; pero sí estuvo en la escuela de la vida, del trabajo, de las fatigas, del esfuerzo y de las penas, ayudando a su padre desde su más tierna infancia, en las faenas de la pesca que practicaban los marengos con la jábega, la tralla, el copo, el soterraje y tantas otras.
De su madre, Francisca Rodríguez Mingorance, aprendió a amar el cante que había nacido con él.
Un día en que la jábega no pudo salir a la mar debido al temporal, el patrono pidió a Juanillo que los animara con unos cantes. Mientras esto sucedía, acertaron a pasar por alli unos señores que, en oyendo cantar a la criatura y admirados por la capacidad y el arte de un niño tan pequeño, lo llevaron con ellos a un merendero cercano donde estuvieron escuchándole hasta bien entrada la tarde. Los 20 duros que recibió como pago por su arte los repartió con su padre y los compañeros pescadores que, gracias a Juanillo, ese día pudieron llevar algo a casa para el sustento de sus familias.
Tirando de la tralla para sacar el copo
Cansado de la dura faena marinera, cuando contaba 14 años de edad, decidió dedicarse a vender moras por las calles de Málaga y creó uno de los pregones más famosos de la historia del cante flamenco.
XXX. Niño de las Moras. Pregón (Suprimido por el autor)
Vendedor de moras
El pregón tiene dos partes:
La primera es un pregón-diálogo entre Zarapico y su padre, que vendían hortalizas, escuchado por el Niño de las Moras y del que sacó la idea para hacer el suyo.
La segunda es el pregón de las moras, con aires de soleá, que Juan creó para la venta de su producto.
Después creo otro pregón por martinete.
La venta de las moras, sus pregones y sobre todo las fiestas a las que era llamado para cantar le dieron fama en Málaga y le llegó su primer contrato importante. En el Café de Chinitas le conoció don Antonio Chacón que se lo llevó con él a Sevilla. Cantó después en Madrid, Barcelona y Francia. Fueron sus mejores años. Vivió del cante, por y para el cante, compartiendo cartel con lo mejor de la época: Chacón, la Trini, la Niña de los Peines, Juan Breva, Manuel Torre, Vallejo, Escacena... Aunque renunció muchas veces a largos contratos para no estar lejos de su familia, de El Palo y su ambiente marinero.
Uno de los cantes que nos ha dejado grabado (se negó siempre a grabar y sólo lo hizo cuando sus facultades ya no eran las mejores) fue la malagueña de Baldomero Pacheco y que siempre la anunciaba como "de El Pena" ya que que de él la aprendió. Le acompaña a la guitarra Melchor de Marchena.
XXX. Niño de las Moras. Malagueña de B. Pacheco. (Suprimido por el autor)
La buena racha la interrumpió la Guerra Civil.
Al regreso de un exilio forzoso tuvo que volver a la venta de las moras para sacar adelante a su prole y poco a poco se fue ganando de nuevo aquel prestigio de cantaor serio, humilde y sencillo.
Las conversaciones con Sebastián el Pena (que por necesidad se fue a vivir con una hija cerca de la casa de Juan), las tardes en la peña Juan Breva con Diego el Perote y otros artistas de su época, la compañía de sus hijos y nietos, los paseos por el rebalaje de la playa junto a sus antiguos compañeros marengos y, a sus 81 años, el premio por tarantas que ganó en el Festival de la Unión de 1.967 alegraron los postreros años de la vida de este hombre sencillo, humilde y digno de aquellas palabras de Antonio Machado:
""...un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno..."
Las Cuatro Esquinas, donde jugaba cuando niño, llevan hoy el nombre de Plaza del Niño de las Moras y en ella se colocó, por suscripción popular, un busto en su recuerdo.
Además de su humildad y sencillez nos dejó sus cantes:
Sus pregones. Los jabegotes, que el gustaba anunciar como cantes de los marengos. Y la malagueña de Baldomero Pacheco.
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Su voz potente y sonora y en sus labios el corazón, Málaga entera lo añora y recuerda sus pregón pregón del "NIÑO LAS MORAS"
(Malagueña de Antonio Beltrán cantada por Antonio Román)
""...Poco hemos de decir de Manolo Caracol que ya no sepan todos los públicos. Cuarenta años de carrera triunfal, creación de un estilo inimitable, dominio de todos los cantes (...) Desde aquellos días del Concurso de Granada hasta la actualidad, una serie ininterrumpida de éxitos han jalonado la carrera artística de Manolo Caracol. En el disco que hoy presentamos, (...) hay una novedad realmente interesante: un acompañamiento alternado de piano, guitarra y orquesta con un criterio absolutamente original...""
Así reza en el reverso de la carátula del microsurco de 45 rpm registrado por PHILIPS en 1.962 y que hemos copiado.
XXX. Carcelero, carcelero. (Suprimido por el autor)
Esta fue una de las creaciones más famosas de la pareja Caracol-Arturo con la aportación de Juan Habichuela a la guitarra. Noche tras noche tenía que cantarla en "Los Canasteros" a petición de un público, al que se le quedaban grabados los sones de este Carcelero, y que Caracol interpretaba con total entrega ya que le iba como anillo al dedo a su gusto y afición por escenificar el flamenco.
El piano se había utilizado para acompañar a la copla en reuniones de poca gente o en algunas ocasiones puntuales. Tal fue el caso en la grabación que hicieron García Lorca y La Argentinita.
Pero el origen del piano flamenco (o sea la interpretación de flamenco al piano) está ligado a dos nombres propios:
José Romero que llevó al piano la música flamenca tal y como se había interpretado para la guitarra y sin intención de acompañamiento al cante.
Y nuestroArturo Pavón, casado con Luisa Ortega hija de Manolo Caracol, que utilizó el piano como instrumento para acompañar al cante o al baile bien sea exclusivamente o intercalándolo con la guitarra.
Después vendrán Felipe Campuzano, Chano Domínguez, Pedro Ricardo Miño y David Peña "Dorantes" por citar sólo los más destacados.
Vídeos de Manolo Caracol y Arturo Pavón: Clic aquí
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Cuando yo me muera te pido un encargo: que con las trenzas de tu pelo negro me amarren las manos.
Seguiriya popular grabada por Manolo Caracol, entre otros.
En 1.972 se formó una pareja artística, Lole y Manuel, que abrió nuevas puertas al flamenco. Este dúo puede situarse, sin duda alguna, en el origen del nuevo flamenco, flamenco joven, las nuevas formas de hacer flamenco o como queramos llamarlo. Después vendrían las fusiones y las confusiones. Ketama, Triana, Alameda, Pata Negra y toda una renovación o regeneración de este arte que llamamos flamenco y que no todo lo que se hizo y se hace merece llevar ese nombre.
Dolores Montoya Rodríguez (Sevilla, 1.954) es hija de Antonia "La Negra", cantaora, y de Juan Montoya, bailaor. Tiene casta flamenca por los cuatro costados y lo demostró bailando y cantando en tablaos y reuniones familiares.
Manuel Molina Jiménez (Ceuta, 1.948) es hijo de El Encajero, guitarrista, y formó parte del mundillo flamenco desde los ocho años hasta que pasó a formar parte del grupo de rock "Smash" en el que ponía su voz y le daba un toque de inspiración flamenca.
En 1.975 sacaron su primer disco: "Nuevo día". La imagen del dúo (medio hippy, medio flamenca), sus letras, su calidad musical y las circunstancias políticas y sociales del momento propiciaron un gran éxito. Siguieron cuatro discos más hasta 1.980 en que la pareja se separa excepto para grabaciones esporádicas conjuntas ("Alba Molina") y algunos espectáculos ("Una voz y una guitarra")
Además de los factores ya mencionados, no fueron ajenos al éxito de la pareja los poetas Juan Manuel Flores, Pedro Ribera y la creatividad poética y musical del propio Manuel. Por primera vez las coplas flamencas sustituyen el desgarro, el dolor y la pena por la paz, las flores, el amor, las mariposas, el mirar, las brisas, las ramas frescas y los fuegos hogareños. Incluso el tema social del gitano lo tratan desde su lado vivo:
""Nosotros queremos hacer ver que el flamenco, que no el typical spanish, presenta no sólo la cara triste, sino la viva; las flores, el sol y todos aquellos factores vitales tan importantes para comprender la esencia del pueblo andaluz. No olvidamos, eso sí, en ningún momento lo negativo, el puteo al cual ha sido sometido el pueblo gitano por parte de la cultura oficial. Pero esto lo tenemos tan presente que a veces no queremos ni acordarnos de ello""
XXX. Cabalgando (Suprimido por el autor)
""Está claro que yo no toco la guitarra como lo hace mi padre ni Lole canta como lo hace su madre. Nuestros padres no oyeron a Janis Joplin ni a Jimi Hendrix, tampoco escucharon la música de los Beatles..."" Manuel
""A mí me dicen: "Tu madre canta mejor que tú, me gusta más". Y yo contesto: "Y a mí". Pero ella no puede cantar 'La mariposilla'..."" Lole Montoya entrevistada por Silvia Calado en Jerez, marzo de 2.004
El cineasta Carlos Saura en su película "Flamenco" incluye a la pareja con el tema "Un cuento para mi niño" (Manuel Molina) y en el libreto se dice:
""Lole y Manuel han concebido una especie de canción melódica aflamencada, puesta a un ritmo lento emparentado con las bulerías, que puede servir como ejemplo de esas inagotables posibilidades del cante para absorver las más dispares influencias...""
XXX. Lole y Manuel: Poema por bulerías. (Suprimido por el autor)
En casi todos sus discos suelen incluir algunas canciones cantadas por Manuel en solitario. Esa voz desgarrada y sincera, casi siempre insuficiente, ese ritmo y compás, ese sentimiento, esa poesía...
XXX. Bulerías de Manuel (Suprimido por el autor)
Manu, en un comentario nos remite a este vídeo de Antonia la Negra y unos jovencísimos Lole, Camarón, Moraito Chico, ... ¡¡Gracias Manu!!
***** Yo tengo un caballo blanco que sólo lo monto yo; tiene un lunar en la frente tan negro como el carbón. Y yo lo quiero tanto que cuando voy a ver a mi gitana, que vive en el río, nos vamos los dos andando.
"Conversación de gitanos" (J. M. Flores /Manuel Molina)
Y la anécdota de una cassette perdida y olvidada en un cajón
Hace un par de meses, o tal vez más (el tiempo va tan de prisa...), encontré en un cajón una vieja cinta de cassette que contenía una grabación casera cogida de algún programa de radio. No puedo decir cuando la grabé ni de dónde porque no lo recuerdo; pero sí diré que me llevé una muy agradable sorpresa al comprobar que se trataba de un magnifico cantaor al que, de momento, no fui capaz de identificar.
La he llevado en el coche y escuchado un montón de veces. Me sonaba muchísimo la voz. La escucharon algunos aficionados amigos y tampoco hubo identificación positiva.
Hace cosa de un par de semanas vi en internet una Antología Flamenca dirigida por Perico el del Lunar, hijo. Sentí curiosidad y ganas de compararla con la antología que dirigió su padre y la encargué.
En el primer CD, en la pista 6, Agustín Fernández canta unas marianas. Al escucharlo comprobé que era la voz, un poco rota por el paso del tiempo, de la cinta perdida y olvidada en un cajón y de pronto se hizo la luz: recordé aquel programa-concurso televisivo de 1972-73 que se llamó "La Gran Ocasión", una especie de operación triunfo, salvando las distancias, de aquella época y que lanzó a la fama a Yaco Lara, Sergio de Salas y a nuestro Agustín Fernández que, si no recuerdo mal, se alzó con el segundo o tercer premio.
Agustín Fernández Valenzuela nació en Córdoba en 1.939 y cuando se presentó al concurso era un desconocido para la mayoría de aficionados si exceptuamos el mundillo de las peñas flamencas y tablaos de Madrid donde sí gozaba de cierto prestigio. En aquel concurso demostró que era un cantaor largo y que, con una voz muy "rajá" y flamenca, dominaba todos los estilos.
Fuimos muchos los que pensamos que si no ganó el primer premio fue debido al formato del programa en el que se mezclaban todos los géneros: moderno, lírico, flamenco, instrumental, baile, etc.
Hoy día, su nombre está ligado a dos peñas flamencas: Pozoblanco (Córdoba) y Leganés (Madrid)
Una vez identificado, comprobé que tenía más cosas suyas: aparte de su colaboración (con tres cantes: mariana, taranta y fandangos de Lucena) en la citada antología, Manolo Sanlúcar lo escogió (junto a Lebrijano y Los Rocieros) para su disco "Grandes Guitarras del Flamenco" con quien grabó una murciana, tarantos, malagueña de Chacón y soleares. La murciana fue incluida en la antología que dirigió Faustino Nuñez "Todo el Flamenco: los palos de la A a la Z". En la cassette perdida y olvidada en un cajón había más cantes por lo que es de suponer que debió haber grabado algún disco en su época de mayor éxito.
Dos cosas para terminar:
En primer lugar rendir un merecido homenaje a este cantaor que tuvo su época gloriosa y al que muchos condenamos al olvido: ...mea culpa...
Las voces pueden cambiar, romperse con el tiempo, hacerse de cobre viejo fundido... pero ahí quedó lo que grabó en plenas facultades: una delicia para el oído.
XXX. Agustín Fernández. (Suprimido por el autor)
De la cassette perdida y olvidada en un cajón podemos escuchar estas soleares alfareras de Triana de la escuela de Ramón el Ollero, Emilio Abadía y Manuel Oliver. Al digitalizar una vieja cassette y limpiarla pierde mucho por lo que hay que aumentar el volumen para oírla
XXX. Agustín Fernández. Soleares (Suprimido por el autor)
***** El tiempo que has malgastao en criticar y murmurar debías haberlo empleao en blanquear tu fachá que bien sucia la has dejao.
Fandango de Lucena, popular, cantado por Agustín Fernández en la Antología de Perico el del Lunar, hijo
""Manuel Vega García, más conocido en el mundo del cante flamenco con el nombre artístico de EL CARBONERILLO, nación en Sevilla en 1.906 y murió en Sevilla en 1.937. Su vida artística se inició a los ocho años de edad. Su nombre artístico se debía a su padre, que era vendedor de carbón""
Este podría ser el comienzo de la biografía de este malogrado cantaor de principios del siglo XX. En su corta vida logró que se le reconociera y valorara para pasar a la historia del flamenco como una de sus principales figuras. Se conservan unas sesenta piezas grabadas todas en tan solo tres años (1.929 y 1932). No se puede ser más prolífico ni rentabilizar mejor sus pocos años de artista.
Falleció de tuberculosis pulmonar y de la vida que arrastró, al parecer por un desengaño amoroso, sometida a un deterioro galopante.
La discografía completa de El Carbonerillo viene recogida en un triple CD acompañado de un libreto, escrito por el afamado crítico Manuel Bohorquez, en el que se hace una semblanza histórica y musical del cantaor. Esta obra se editó como homenaje a este genio del cante andaluz en el centenario de su nacimiento (1906-2006).
""Al escuchar al Carbonerillo es fácil entender qué tiene de especial la música flamenca frente a otras músicas. El flamenco es la única que permite que un verso sea un vómito de dolor, que en un tono se concentre toda la rabia que puede expresar una garganta rota, que un acento sea un terrible aguijón de la vida""
""Carbonerillo es eso, y en eso estriba su genialidad, libre en sus múltiples fandangos, profunda en sus soleares y terrible en sus seguiriyas""
""En los cinco versos de un fandango se cuenta una historia completa, pero Carbonerillo la sufre, se lamenta, la llora; y el que lo escucha sólo puede, paralizado, sentirla en su dolor, el de Carbonerillo, en su quejío, en su lastimera pena, que anuda nuestra garganta""
Hermosas palabras, escritas por Marcos Escánez Carrillo en Jondo Web, que resumen lo que me hubiera gustado haber podido decir por mí mismo.
Parte de su discografía se recoge en múltiples grabaciones digitalizadas
algunas de las cuales recogemos en este montaje
No se puede hablar del "fandango" sino de los fandangos del Carbonerillo. Dos ejemplos, acompañado a la guitarra por Niño Ricardo. La mayoría de las letras que cantaba eran compuestas por él.
""El llamado cante flamenco, cualquiera que sea su origen, lleva en su entraña, aunque inmerso en el más sorprendente exotismo, un aliento racial, una vena hispana que hace vibrar el ánimo y obliga al esfuerzo""
Así reza un párrafo de la introducción a la Antología del Cante Flamenco que publicó Hispavox en 1.954 y que obtuvo el Gran Premio de la Academie Française du Disque.
La publicación de esta antología, junto a la celebración del primer Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en 1.956 y la fundación de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera en 1.958, es considerada por muchos investigadores la piedra de toque que supuso la recuperación, resurgimiento y revalorización del verdadero cante flamenco tras la denostada etapa de la Ópera Flamenca.
Dos personalidades, aparte de los cantaores por supuesto, hicieron posible la empresa: Don Tomás Andrade de Silva, catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid que se encargó de discriminar los cantes y situarlos en su tiempo y Pedro del Valle (Perico el del Lunar en el mundo flamenco) que se encargó del acompañamiento guitarrístico así como de la elección de estilos y artistas que los interpretarían.
José Manuel Gamboa, con prólogo de Manolo Sanlúcar, publicó en 2.001 un libro cuyo título nos ha servido para encabezar la entrada. En él, y usando a Pedro del Valle como cicerone, el autor se adentra en la historia y avatares del Flamenco de los tablaos madrileños del segundo tercio de la centuria pasada.
Pero lo que queremos destacar aquí, y de paso rendir un pequeño y merecido homenaje, es la figura del mejor guitarrista de acompañamiento de todos los tiempos:
Pedro Del Valle Pichardo (Jerez de la Frontera, 1894 - Madrid, 1964) fue autodidacta y aprendió los primeros rudimentos de su padre, panadero y aficionado al toque, y tras andar unos breves pasos con el maestro jerezano Javier Molina se estableció en Madrid (1.921) donde alternó con Ramón Montoya y otros guitarristas en Villa Rosa y después en Zambra donde fue director artístico contribuyendo, sin duda, a la seriedad y prestigio que alcanzó esta sala.
""...Él se mantiene en segundo término y, sin embargo, aparece, sin pretenderlo, en el primero, colocando siempre la falseta apropiada para realzar el sentimiento del cante. Sus falsetas son siempre de excelente buen gusto, sencillas y jondas..." dice Pohren sobre Perico el del Lunar.
Su toque, absolutamente supeditado siempre al acompañamiento, era sencillo, suave y ágil. Acompañó todos los cantes de la Antología y puso, por primera vez, un adecuado y exquisito acompañamiento a la nana. Podemos comprobarlo en el siguiente archivo musical sacado de la Antología Hispavox. Bernardo el de los Lobitos, con su voz dulce y melodiosa, contribuye a hacer de esta pieza una obra de arte.
XXX. Nana. Bernardo (Suprimido por el autor)
Era un gran conocedor de los secretos del cante y de los estilos. Dicen los que trabajaban con él que con frecuencia se encontraba cantiñeando por los rincones de la sala y que enseñó a muchos cantaores de su época. Rafael Romero, que iba para bailaor, le debe a Pedro del Valle parte del aprendizaje de los cantes que interpretó.
Fernando el de Triana en su libro "Arte y Artistas Flamencos" de 1.935 dice de él:
""Se destaca de esa inmensa nube de modernos guitarristas, que no piensan más que en ejecutar a toda velocidad (caiga donde caiga), en que Perico el del Lunar no tiene otra preocupación que los acompañamientos de los cantes ...""
Perico, en una insólita fasceta de concertista, dejó grabado en París, para BMA, un EP que desgraciadamente no está disponible en el mercado. Dicho disco contiene una petenera, un taranto, un zapateado y una seguiriya, todos de su creación. En el interior de la carpeta podía leerse:
"...Perico el del Lunar es un andaluz de pura cepa, que practica el arte de la guitarra más gitano que los propios gitanos ... no hay tercios, ritmos ni acordes de guitarra flamencos que no sean familiares a este artista modesto, impregnado de la más alta tradición musical andaluza..."
Una de las pistas en que mejor se aprecia el toque de Perico es la de las cabales que cantó Antonio El Chaqueta en la ya citada antología. El preludio, la falseta intermedia y el final son una muestra del toque sencillo y genial a la vez del del Lunar.
XXX. El Chaqueta. Cabales. (Suprimido por el autor)
Su hijo Pedro del Valle Castro (Madrid, 1.940) sigue la línea y el estilo de toque de su padre.
***** La guitarra hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca redonda. Y como la tarántula teje una gran estrella para cazar suspiros, que flotan en su negro aljibe de madera