El cante flamenco, a través de sus coplas,
siempre ha sido sensible al drama de la emigración:
La rabia del que se va
del sitio donde ha nacío,
de la tierra donde ha nacío.
¡Qué dolor la tortolita
que la arrancan de su nío!
No importa el motivo:
guerras, hambre, persecución política, sequías, etc.
El paraíso vienen buscando
y en el camino se van quedando.
Porque
Allí donde no hay pan,
unos detrás de los otros,
hasta los perros se van…
Y es que
Yo creía que el sol salía
pa to’ el mundo calentando
y ahora veo que le dando,
según la experiencia mía,
a algunos caló to’ el día
y a muchos de cuando en cuando.
José Menese por tangos de Málaga
La sangre se me rebela
cuando me pongo a pensar
que a unos les sobra de to'
y otros no tienen de na'
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