sábado, 27 de marzo de 2021

SEMANA SANTA - Tiempo de saetas

 LA SAETA

 

   La tradición de cantar a los pasos de Semana Santa en Andalucía se remonta a varios siglos atrás. En el año 1.691 aparece documentado en Sevilla un canto conocido como saeta por los hermanos del Pecado Mortal y los de la Aurora. Fray Antonio de Escaray escribe <<...mis hermanos, los reverendos padres del convento de San Francisco (...) por la tarde hacen la misión bajando la Comunidad a andar el vía crucis con sogas y coronas de espinas y entre paso y paso cantaban saetas...>>


Cáceres. Domingo de Ramos

   A principios del siglo XIX se recoge en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua el término saeta como <<... cada una de aquellas coplillas sentenciosas y morales que suelen decir los misioneros...>>

   Será a mediados del siglo XIX cuando surge la saeta popular y la costumbre del pueblo de cantarla para expresar sus sentimientos religiosos. Estas saetas primitivas y antiguas se han perdido en su mayoría. Existen, sin embargo, diferentes tipos de saetas como la marchenera (de Marchena, Sevilla) y que también se llama “retorneá”, la de Mairena del Alcor o revoleá, la malagueña, la de Arcos de la Frontera, la saeta vieja cordobesa, la cuartelera de Puente Genil, etc. todas ellas reminiscencias de las saetas populares antiguas.

   Sobre el creador de la saeta flamenca, los escritores no se ponen de acuerdo. Para unos nace en Cádiz y fue Enrique El Mellizo que las cantaba junto a toda su familia desde el balcón de su casa gaditana. Otros defienden que fue el genial seguiriyero jerezano Paco La Luz, cuya hija La Serrana sería la primera en grabar una saeta en disco. Otros citan a don Antonio Chacón e incluso Manuel Torre. Algunos dicen que nace en Sevilla porque la versión que goza de mayor popularidad en la actualidad es la que cantó Manuel Centeno, muy ornamentada y difícil y que algunos la llamaban saeta artística. Otros grandes saeteros, que si no la crearon sí contribuyeron a su difusión, fueron El Niño Gloria, Medina el Viejo, La Niña de la Alfalfa, Manuel Vallejo y La Niña de los Peines. Como quiera que fuera, el caso es que se pone de moda cantar este tipo de saeta nueva y se abandonan, poco a poco, otras formas más populares, hasta entonces, de cantar en las procesiones.

   Musicalmente, la saeta se compone de cinco o seis versos melódicos o tercios y literariamente suele ser una estrofa de cuatro versos, repitiendo normalmente el primero o el tercero y también se escriben en estrofas de cinco versos.

   Hay, entre otras, dos formas de cantar la saeta: por seguiriyas, la más corriente, o por tonás (martinetes, deblas o carceleras). No se acompañan de la guitarra sino por cornetas y tambores, emulando un desfile profesional, y a veces por orquesta. Se incluyen dos ejemplos:

 

 El cielo se oscureció”, saeta por seguiriyas interpretada por José Menese. Tiene de particular que Menese hace esta saeta con siete versos melódicos o tercios, cosa poco corriente.

 



Sobre esos claveles granas”, saeta por tonás cantada por Manuel Centeno. Tiene dos partes: la primera es un martinete y remata con la célebre toná del Cristo (“¡Oh pare de almas!”) que cantaba don Antonio Chacón y que tiene su antecedente en unas coplas muy parecidas que cantaban los judíos conversos para alardear de una fe más o menos sincera




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A Jesús crucificaron

por ser un gran humanista,

Pilatos lavó sus manos,

como todo imperialista.

Saeta de Felipe Lara

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