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CURSO:
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL FLAMENCO
Por Felipe Lara
Colaboración musical:
Felipe Gértrudix y
Manuel Gértrudix
Hay un barco español de pasajeros
atracado en el Puerto de la Plata. Las gentes del lugar, con típicos atuendos,
deambulan por el barrio porteño: unos afanados en las cotidianas tareas de
carga y descarga de mercancías, otros, más afortunados, pasean disfrutando del
ambiente y musicalidad de una milonga que un paisano canta en la puerta de un
bar.
Una joven mira el malecón desde la cubierta del barco que zarpa del puerto en el Río de la Plata. Del interior del navío escapa una nostálgica milonga que, hablando de amores perdidos, se confunde con las voces pregoneras de vendedoras que ofrecen a los pasajeros todo tipo de productos. Poco a poco la imagen de la ciudad comienza a desvanecerse y, con ella, el agitado trasiego del puerto.
El origen etimológico de la palabra
“milonga” viene de la lengua bunda, reunión y sitio donde se baila y es
sinónimo de excusa, rodeo y enredo,
significados todos ellos procedentes de la región argentina del Plata, y
también de uso en Brasil.
Como el resto de los modismos
americanos, la milonga es un cante de ida y vuelta que se propagó por toda la
Península Ibérica en el primer tercio de siglo XX. Su éxito dio origen a un
abundante número de composiciones que hicieron las delicias del gran público
asistente a los espectáculos de variedades que recorrían, por aquellos tiempos,
todos los pueblos.
El cante se acompaña con la
guitarra, que le aporta muy ricas introducciones e intermedios musicales,
además de las precisas y sabias contestaciones al cante que son más cortas o
largas en función a la laxitud o floreo
de sus tercios.
En los arrabales de Buenos Aires es
donde, junto con el tango, se cultiva la milonga.
Sus pegadizas melodías atraen a los
cantaores flamencos, que le aportan nuevos giros y ornamentos musicales,
imprimiéndole una fuerte personalidad que la distingue de la puramente
folclórica, que los argentinos cantan en su tierra.:
-El ámbito es de 11ª (Mi-Fa#3).
-Partes libres y partes rítmicas.
Estas últimas dentro de un compás binario.
-Cadencia andaluza transportada a Si.
-Acordes tonales. Tonalidad de Mi menor.
En el ejemplo seleccionado se
distinguen dos frases musicales:
-La primera, coincidiendo con los dos
primeros versos, está tratada de forma modal,
-La segunda (los dos últimos versos)
se resuelve de manera tonal cadenciando sobre la tónica de Mi menor. Además,
esta última frase tiene gran similitud con la cadencia de la vidalita.
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La milonga, con el mismo espíritu
sentimental de su antecesora, la vidalita, cuenta en sus letras historias más
urbanas. Su métrica literaria mantiene cierta uniformidad sobre la base de la
composición de varias cuartetas octosilábicas enlazadas, formando un mismo
poema cantado.
AUDIO
"A España jamás vendría"
Milonga
Letra y cante: FELIPE LARA
Guitarras: Ramóm Montoya y Julio Vallejo
Grabación de 1.977.
A ESPAÑA JAMÁS
VENDRÍA
“milonga”
De España un hombre
que huyó (bis),
cuando al perder la
partía,
rojo clavel engendró
en la mujer de su
vía.
Cuídamelo con esmero,
que yo volveré en
seguía,
mi delito es ser
obrero (bis),
corta sentencia es la
mía.
Bajó al puerto de la
Plata,
veinte años, to los
días;
y un beso en una
fragata (bis),
mandaba a los que
quería.
Él, que tanto amaba a
España,
a España jamás
vendría,
largos fueron veinte
años (bis)
y su muerte llegaría.
Allí quedaron sus
sueños
y la esperanza de un
día,
volver de nuevo a su
patria (bis),
la de todos repartía.
Su hijo y mujer amada
carta ya no recibían;
y al saber lo de su
muerte (bis),
justicia a gritos
pedían.
Enlaces
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Yo me desperté llorando,
era una noche de invierno.
Soñé que me habías dejao,
pero yo seguí durmiendo
porque estabas a mi lao.
Ricardo Rodríguez Cosano
Sentimental y preciosa la letra de la milonga de Felipe, asi como los últimos versos de la entrada. Los de la primera tristes y reales, los segundos tranquilos y serenos...
ResponderEliminarUn saludo a los dos
Como la vida misma, música y letras universales. Barroso estupendo como siempre.
ResponderEliminarAbrazos flamencos.