Entre la mar, el campo y el cante""Aquel niño huérfano que jugaba por las Cuatro Esquinas no sabía que iba a ser el Niño de las Moras. Juan Ternero Rodríguez es Juan español, Juan de Málaga, Juan de El Palo; pero a este Juan le pasó lo mismo que a muchos juanes de su época, de su patria y de su barrio: nunca fue a la escuela.
Su pupitre fue la jábega y sus únicos lápices fueron los escálamos....""
Así comienza el prologo del libro "
El Niño de la Moras: entre la mar y el campo" de Miguel López Castro y Manuel Ternero Lupiáñez (nieto de Juan), escrito por Manuel Alcántara.
Juan Ternero Rodríguez (El Palo - Málaga 1.886 - 1970) más conocido como el
Niño de las Moras, también llamado por sus paisanos
Compadrito y
Rascones (apodo de su padre), no pudo ir a la escuela convencional; pero sí estuvo en la escuela de la vida, del trabajo, de las fatigas, del esfuerzo y de las penas, ayudando a su padre desde su más tierna infancia, en las faenas de la pesca que practicaban los marengos con la jábega, la tralla, el copo, el soterraje y tantas otras.
De su madre, Francisca Rodríguez Mingorance, aprendió a amar el cante que había nacido con él.
Un día en que la jábega no pudo salir a la mar debido al temporal, el patrono pidió a Juanillo que los animara con unos cantes. Mientras esto sucedía, acertaron a pasar por alli unos señores que, en oyendo cantar a la criatura y admirados por la capacidad y el arte de un niño tan pequeño, lo llevaron con ellos a un merendero cercano donde estuvieron escuchándole hasta bien entrada la tarde. Los 20 duros que recibió como pago por su arte los repartió con su padre y los compañeros pescadores que, gracias a Juanillo, ese día pudieron llevar algo a casa para el sustento de sus familias.
Tirando de la tralla para sacar el copo Cansado de la dura faena marinera, cuando contaba 14 años de edad, decidió dedicarse a vender moras por las calles de Málaga y creó uno de los pregones más famosos de la historia del cante flamenco.
XXX. Niño de las Moras. Pregón
(Suprimido por el autor)
Vendedor de moras
El pregón tiene dos partes:
- La primera es un pregón-diálogo entre Zarapico y su padre, que vendían hortalizas, escuchado por el Niño de las Moras y del que sacó la idea para hacer el suyo.
- La segunda es el pregón de las moras, con aires de soleá, que Juan creó para la venta de su producto.
Después creo otro pregón por martinete.
La venta de las moras, sus pregones y sobre todo las fiestas a las que era llamado para cantar le dieron fama en Málaga y le llegó su primer contrato importante. En el Café de Chinitas le conoció don Antonio Chacón que se lo llevó con él a Sevilla. Cantó después en Madrid, Barcelona y Francia. Fueron sus mejores años. Vivió del cante, por y para el cante, compartiendo cartel con lo mejor de la época: Chacón, la Trini, la Niña de los Peines, Juan Breva, Manuel Torre, Vallejo, Escacena... Aunque renunció muchas veces a largos contratos para no estar lejos de su familia, de El Palo y su ambiente marinero.
Uno de los cantes que nos ha dejado grabado (se negó siempre a grabar y sólo lo hizo cuando sus facultades ya no eran las mejores) fue la malagueña de Baldomero Pacheco y que siempre la anunciaba como "
de El Pena" ya que que de él la aprendió. Le acompaña a la guitarra
Melchor de Marchena.
XXX. Niño de las Moras. Malagueña de B. Pacheco.
(Suprimido por el autor)
La buena racha la interrumpió la Guerra Civil.
Al regreso de un exilio forzoso tuvo que volver a la venta de las moras para sacar adelante a su prole y poco a poco se fue ganando de nuevo aquel prestigio de cantaor serio, humilde y sencillo.
Las conversaciones con Sebastián el Pena (que por necesidad se fue a vivir con una hija cerca de la casa de Juan), las tardes en la peña Juan Breva con Diego el Perote y otros artistas de su época, la compañía de sus hijos y nietos, los paseos por el rebalaje de la playa junto a sus antiguos compañeros marengos y, a sus 81 años, el premio por tarantas que ganó en el Festival de la Unión de 1.967 alegraron los postreros años de la vida de este hombre sencillo, humilde y digno de aquellas palabras de Antonio Machado:
""...
un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno..."
Las Cuatro Esquinas, donde jugaba cuando niño, llevan hoy el nombre de
Plaza del Niño de las Moras y en ella se colocó, por suscripción popular, un busto en su recuerdo.
Además de su humildad y sencillez nos dejó sus cantes:
Sus pregones.
Los jabegotes, que el gustaba anunciar como
cantes de los marengos.
Y la malagueña de Baldomero Pacheco.
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Su voz potente y sonoray en sus labios el corazón, Málaga entera lo añoray recuerda sus pregónpregón del "NIÑO LAS MORAS"(Malagueña de Antonio Beltrán cantada por Antonio Román)