viernes, 6 de abril de 2012

CONCURSOS DE SAETAS


 En el diccionario de la RAE  se puede leer la siguiente acepción de la palabra saeta:

 "Arma arrojadiza compuesta de un asta delgada con una punta afilada en uno de sus extremos y en el opuesto algunas plumas cortas que sirven para que mantenga la dirección al ser disparada"


   Cuando la primavera va dando paso al verano,  la planta silvestre conocida como avena loca tiene sus "saetas" o semillas a punto de caer. Recuerdo, de pequeño,  como nos las arrojábamos a las espaldas para ver cuantas quedaban prendidas en el jersey de lana,  lo cual era signo de no sé cuantas predicciones de fortuna o mala suerte.


Los Empalaos. La noche del Jueves al Viernes Santo los Empalaos marchan por Valverde de la Vera envueltos entre el misterio y la devoción.


   No sé si el vocablo saeta referido a la copla que se canta en Semana Santa tiene algo que ver con el significado mencionado. A mí me parece que debería tenerlo porque la saeta debería ser  como una flecha clavada en el corazón que se lanza a una imagen a modo de oración para pedirle un favor, para que nos libre de algún mal o para dar gracias por los bienes recibidos. Ha de expresar una emoción, un sentimiento de dolor o gratitud y ha de decirse con brevedad, casi hablada, dicha con el corazón y no para ganar un premio o lucirse ante un publico entregado de antemano.




 Sólo he presenciado un concurso-exaltación de la saeta y aquello me pareció fuera de lugar.  Letras vacías de contenido por estar fuera de contexto, concursantes carentes de sensibilidad, sin una vivencia sentida, y que,  para demostrar sus facultades ante un jurado, alargan los tercios y en vez de una breve oración parecen decir una  conferencia. En esos momentos se imagina uno a la imagen pensando  "...y éste que quiere, con tanto gorgorito no me entero de lo que dice... ¡qué pesado, cuando acabará! ..."

   No tengo nada contra los profesionales que tratan de abrirse camino en el mundo del cante como sea. Es su obligación y hacen lo que deben. Yo sólo constato un hecho. No he vuelto a asistir a ningún evento de ese tipo.  Los saeteros modernos deberían fijarse en esta saeta que  Antonio Agujetas (hijo) grabó en el año 2.002


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*****


( ... )


Y en espiral inconcreta
sube flotando el lamento;
el redoble y la trompeta
ayudan al pensamiento.


Nacida aquel Jueves Santo,
al filo de la tragedia.
Huele a espiga de nardos.


¡Dios te bendiga, Saeta!

"La Saeta" (fragmento) de Emilio González de Hervás
   

3 comentarios:

  1. Yo no sé si estas semillas de las que tú hablas es lo que nosotros llamábamos "escalambrujos".
    De niña los meses de agosto los pasaba en Calatayud con mi abuela, tíos y primos. Y cuando nos juntabámos todos los primos de las mismas edades éramos unos "angelitos"...
    Cogíamos estos escalambrujos que eran como unas chufitas pequeñas, rasposas, que se pegaban mucho, y
    nos íbamos por El Paseo a tirarlas a las cabelleras de las señoras o niñas. No se notaban al caer pero luego para peinarse y quitarlas...
    Un saludo.

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  2. Por las fechas que me dices debe tratarse de otra planta; pero el efecto es el mismo.

    Saludos flamencos

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  3. Gracias maestro.
    Una lección clara del espíritu de esta expresión tan sentida.Yo creía que esos tercios debían siempre ser así de largos.
    Conmovedora la saeta de Antonio Agujetas (hijo).

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