""El llamado cante flamenco, cualquiera que sea su origen, lleva en su entraña, aunque inmerso en el más sorprendente exotismo, un aliento racial, una vena hispana que hace vibrar el ánimo y obliga al esfuerzo""
Así reza un párrafo de la introducción a la Antología del Cante Flamenco que publicó Hispavox en 1.954 y que obtuvo el Gran Premio de la Academie Française du Disque.
La publicación de esta antología, junto a la celebración del primer Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en 1.956 y la fundación de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera en 1.958, es considerada por muchos investigadores la piedra de toque que supuso la recuperación, resurgimiento y revalorización del verdadero cante flamenco tras la denostada etapa de la Ópera Flamenca.
Dos personalidades, aparte de los cantaores por supuesto, hicieron posible la empresa: Don Tomás Andrade de Silva, catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid que se encargó de discriminar los cantes y situarlos en su tiempo y Pedro del Valle (Perico el del Lunar en el mundo flamenco) que se encargó del acompañamiento guitarrístico así como de la elección de estilos y artistas que los interpretarían.
José Manuel Gamboa, con prólogo de Manolo Sanlúcar, publicó en 2.001 un libro cuyo título nos ha servido para encabezar la entrada. En él, y usando a Pedro del Valle como cicerone, el autor se adentra en la historia y avatares del Flamenco de los tablaos madrileños del segundo tercio de la centuria pasada.
Pero lo que queremos destacar aquí, y de paso rendir un pequeño y merecido homenaje, es la figura del mejor guitarrista de acompañamiento de todos los tiempos:
Pedro Del Valle Pichardo (Jerez de la Frontera, 1894 - Madrid, 1964) fue autodidacta y aprendió los primeros rudimentos de su padre, panadero y aficionado al toque, y tras andar unos breves pasos con el maestro jerezano Javier Molina se estableció en Madrid (1.921) donde alternó con Ramón Montoya y otros guitarristas en Villa Rosa y después en Zambra donde fue director artístico contribuyendo, sin duda, a la seriedad y prestigio que alcanzó esta sala.
""...Él se mantiene en segundo término y, sin embargo, aparece, sin pretenderlo, en el primero, colocando siempre la falseta apropiada para realzar el sentimiento del cante. Sus falsetas son siempre de excelente buen gusto, sencillas y jondas..." dice Pohren sobre Perico el del Lunar.
Su toque, absolutamente supeditado siempre al acompañamiento, era sencillo, suave y ágil. Acompañó todos los cantes de la Antología y puso, por primera vez, un adecuado y exquisito acompañamiento a la nana. Podemos comprobarlo en el siguiente archivo musical sacado de la Antología Hispavox. Bernardo el de los Lobitos, con su voz dulce y melodiosa, contribuye a hacer de esta pieza una obra de arte.
XXX. Nana. Bernardo (Suprimido por el autor)
Era un gran conocedor de los secretos del cante y de los estilos. Dicen los que trabajaban con él que con frecuencia se encontraba cantiñeando por los rincones de la sala y que enseñó a muchos cantaores de su época. Rafael Romero, que iba para bailaor, le debe a Pedro del Valle parte del aprendizaje de los cantes que interpretó.
Fernando el de Triana en su libro "Arte y Artistas Flamencos" de 1.935 dice de él:
""Se destaca de esa inmensa nube de modernos guitarristas, que no piensan más que en ejecutar a toda velocidad (caiga donde caiga), en que Perico el del Lunar no tiene otra preocupación que los acompañamientos de los cantes ...""
Perico, en una insólita fasceta de concertista, dejó grabado en París, para BMA, un EP que desgraciadamente no está disponible en el mercado. Dicho disco contiene una petenera, un taranto, un zapateado y una seguiriya, todos de su creación. En el interior de la carpeta podía leerse:
"...Perico el del Lunar es un andaluz de pura cepa, que practica el arte de la guitarra más gitano que los propios gitanos ... no hay tercios, ritmos ni acordes de guitarra flamencos que no sean familiares a este artista modesto, impregnado de la más alta tradición musical andaluza..."
Una de las pistas en que mejor se aprecia el toque de Perico es la de las cabales que cantó Antonio El Chaqueta en la ya citada antología. El preludio, la falseta intermedia y el final son una muestra del toque sencillo y genial a la vez del del Lunar.
XXX. El Chaqueta. Cabales. (Suprimido por el autor)
Su hijo Pedro del Valle Castro (Madrid, 1.940) sigue la línea y el estilo de toque de su padre.
Dos personalidades, aparte de los cantaores por supuesto, hicieron posible la empresa: Don Tomás Andrade de Silva, catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid que se encargó de discriminar los cantes y situarlos en su tiempo y Pedro del Valle (Perico el del Lunar en el mundo flamenco) que se encargó del acompañamiento guitarrístico así como de la elección de estilos y artistas que los interpretarían.
José Manuel Gamboa, con prólogo de Manolo Sanlúcar, publicó en 2.001 un libro cuyo título nos ha servido para encabezar la entrada. En él, y usando a Pedro del Valle como cicerone, el autor se adentra en la historia y avatares del Flamenco de los tablaos madrileños del segundo tercio de la centuria pasada.
Pero lo que queremos destacar aquí, y de paso rendir un pequeño y merecido homenaje, es la figura del mejor guitarrista de acompañamiento de todos los tiempos:
Pedro Del Valle Pichardo (Jerez de la Frontera, 1894 - Madrid, 1964) fue autodidacta y aprendió los primeros rudimentos de su padre, panadero y aficionado al toque, y tras andar unos breves pasos con el maestro jerezano Javier Molina se estableció en Madrid (1.921) donde alternó con Ramón Montoya y otros guitarristas en Villa Rosa y después en Zambra donde fue director artístico contribuyendo, sin duda, a la seriedad y prestigio que alcanzó esta sala.
""...Él se mantiene en segundo término y, sin embargo, aparece, sin pretenderlo, en el primero, colocando siempre la falseta apropiada para realzar el sentimiento del cante. Sus falsetas son siempre de excelente buen gusto, sencillas y jondas..." dice Pohren sobre Perico el del Lunar.
Su toque, absolutamente supeditado siempre al acompañamiento, era sencillo, suave y ágil. Acompañó todos los cantes de la Antología y puso, por primera vez, un adecuado y exquisito acompañamiento a la nana. Podemos comprobarlo en el siguiente archivo musical sacado de la Antología Hispavox. Bernardo el de los Lobitos, con su voz dulce y melodiosa, contribuye a hacer de esta pieza una obra de arte.
XXX. Nana. Bernardo (Suprimido por el autor)
Era un gran conocedor de los secretos del cante y de los estilos. Dicen los que trabajaban con él que con frecuencia se encontraba cantiñeando por los rincones de la sala y que enseñó a muchos cantaores de su época. Rafael Romero, que iba para bailaor, le debe a Pedro del Valle parte del aprendizaje de los cantes que interpretó.
Fernando el de Triana en su libro "Arte y Artistas Flamencos" de 1.935 dice de él:
""Se destaca de esa inmensa nube de modernos guitarristas, que no piensan más que en ejecutar a toda velocidad (caiga donde caiga), en que Perico el del Lunar no tiene otra preocupación que los acompañamientos de los cantes ...""
Perico, en una insólita fasceta de concertista, dejó grabado en París, para BMA, un EP que desgraciadamente no está disponible en el mercado. Dicho disco contiene una petenera, un taranto, un zapateado y una seguiriya, todos de su creación. En el interior de la carpeta podía leerse:
"...Perico el del Lunar es un andaluz de pura cepa, que practica el arte de la guitarra más gitano que los propios gitanos ... no hay tercios, ritmos ni acordes de guitarra flamencos que no sean familiares a este artista modesto, impregnado de la más alta tradición musical andaluza..."
Una de las pistas en que mejor se aprecia el toque de Perico es la de las cabales que cantó Antonio El Chaqueta en la ya citada antología. El preludio, la falseta intermedia y el final son una muestra del toque sencillo y genial a la vez del del Lunar.
XXX. El Chaqueta. Cabales. (Suprimido por el autor)
Su hijo Pedro del Valle Castro (Madrid, 1.940) sigue la línea y el estilo de toque de su padre.
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La guitarra
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera
La guitarra
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera
"Las seis cuerdas" de Federico García Lorca.